Cuatro estaciones

La vida tiene distintas etapas durante las cuales vivimos muchas experiencias, conocemos personas, renunciamos, duelamos, crecemos. Unos días nos sentimos dueños del universo, otros solo deseamos cerrar los ojos para que el sueño nos borre los dolores aunque sea por un tiempo. Como leí una vez, la naturaleza vibra en cada una de nuestras células y pertenecemos a un universo cuyo equilibrio encuentra un eco en nuestra energía. Somos como los árboles cuyas hojas caen, se renuevan, resquebrajan y vuelven a respirar fortalecidas. Y esto nos sucede también con algunas relaciones. Pasamos por las cuatro estaciones a lo largo de los años o incluso a veces en pocos días, y también somos testigos de los cambios sorprendentes en nuestro interior.

El cambio es inevitable en la madre tierra pero también una manera de despojarnos de lo que no nos deja avanzar, aceptar lo que la realidad nos muestra y adaptarnos a una nueva piel para volvernos a abrazar e invitarnos a crear una mejor versión de nosotros. Cuando esto sucede, no es casual que la vida nos presente personas que resuenen con lo que debemos aprender y transcender. Son los maestros más especiales que podemos tener, un espejo en donde mirarnos para comprender lo que nos sucede. Yo les agradezco eternamente a todos aquellos maestros que me enseñaron tantas cosas de mí que nunca parecen terminar y, en especial, a mi último maestro con el cual transité las cuatro estaciones varias veces hasta dar un par de vueltas al sol.

Comenzó siendo una primavera, con el corazón alborotado y llena de ilusiones, de colores, con la pasión intacta para sembrar un jardín entero lleno de flores. Aquí aprendí a volver a celebrar las sorpresas que Dios nos tiene preparados en momentos donde hay dudas o miedos. La confianza y la fe crecieron y alimentaron mis días. Luego,él me mostró un otoño inesperado y feroz, donde mi bosque quedó desnudo, mis hojas en el suelo y mi vulnerabilidad expuesta. No hubo ni siquiera verano, todo se adelantó drásticamente. Fue entonces que tuve que vestir mi desnudez con lo que encontraba a mi paso, esconder mi corazón por temor a que lo vieran indefenso y alguien pudiera aprovecharse de eso. En este período oscuro y de tristeza, descubrí el don del perdón en niveles que jamás había conocido. Cuando alguien nos despoja de esa pureza que conservamos desde la niñez, reconstruirla lleva tiempo y mucha autocompasión además del perdón. Después de varios meses y desde lo más profundo de mi ser, pude ver a mi maestro más allá que incluso sus propios ojos. Comprendí que traía un dolor y una desconfianza incalculables, lo que le hacían destruir árboles a su paso sin saberlo. Entonces lo abracé en silencio y le deseé templanza y coraje para atrever a mirarse esas heridas y dejar entrar luz sanadora para curarlas. Logré vislumbrar en su alma una semilla de bondad, lealtad y sobre todo un amor tan puro y profundo que nunca había sido estrenado. Así sentí cómo la voluntad de Dios me hizo encontrar una parte inmensa de Él en su corazón y el verdadero perdón se hizo carne, tanto que ya no hubo rastros de ese otoño que dolieran.

Después vino un verano fugaz, con chispas de sol que iluminaban de a poco los amaneceres. Paso a paso el calor de una nueva etapa del vínculo parecía nacer, era volver a reconocernos desde otro lado hasta que vino un invierno en pleno enero y todo se tornó confuso y desesperanzador. Otra vez sus miedos y su crueldad me mostraron un lado oculto que hicieron que mis flores se marchitaran. En el medio perdimos una estrella única y la más brillante de todas, lo que hizo que la desolación sea aún más grande. Yo no sabía cómo seguir, me faltaba esa luz, y tenía que caminar sin rumbo fijo. Pero, un día, mi maestro se atrevió a pedirme ayuda. Habían envenenado su alma hacía tiempo pero recíen había logrado darse cuenta y durante años se había acostumbrado a vivir sin ser feliz, obligado a perder su libertad y a entregar su corazón de manera inconciente solo por la locura de alguien que creyó que debía ser objeto de su posesión sin importarle su voluntad ni sus deseos. Finalmente, pude ayudarlo a encontrar una cura y su espíritu se limpió de esa energía oscura y, sin pensarlo, comenzamos una primavera nuevamente pero con otros matices y aromas, nuevos brotes y capullos más fuertes y bendecidos. Ya no tenía la venda que le impedía verme de verdad. Ahora era testigo de cómo empezaba a convertirse en aquello que le habían negado y también entendí que quizás lo que me había mostrado en el pasado era el resultado de haber estado rodeado de malezas tóxicas que no lo habían dejado buscar el sol que le correspondía.

Hoy continuamos en esta danza de las estaciones porque de esto se trata vivir. Bailar en medio del viento, la nieve, el calor y el frío y tomarnos de las manos para acompañarnos, sostenernos y alentarnos entre nosotros porque estamos continuamente aprendiendo. No debemos temer a avanzar y cortar raíces dañinas y largas porque nuestro corazón tiene la fuerza suficiente de crear nuevas. Seguramente no es fácil, pero la transformación es parte de nuestra naturaleza y el dolor bien entendido enseña, fortalece y se encarga de levantar muros para dolores más fuertes que vendrán, es la música de la experiencia.

Por eso te digo gracias maestro por las experiencias vividas y espero que halles un sol eterno en tu horizonte cuyos rayos te abracen sin quemarte, te iluminen sin cegarte y puedas distinguir a aquellos que solo buscan ganar tu amor y confianza lastimándote. Yo te ofrezco mi verde copa que da la sombra que necesitas en días díficiles para descansar, cobijarte entre mis ramas cuando busques un abrazo sincero y regalarte ese oxígeno extra que a veces hace falta para caminar. Eso sí, jamás te olvides que puedes brillar más que todo el firmamento. Solo cierra los ojos, salta hacia el arco iris y confía en la melodía que viene del aire y nace en tu corazón.

Carta de agradecimiento

La gratitud es uno de los sentimientos más humanos y más poderosos que existen. Nos eleva a niveles impensados de divinidad y nos acerca a lo más simple y profundo de la vida. Por eso hoy decido darle gracias a todo esto:

  • Gracias naturaleza, por conectarme con la belleza y el milagro de la vida todos los días.
  • Gracias silencio, por permitir encontrar a Dios y a mí cada vez que lo necesité.
  • Gracias música, por empatizar con mis emociones y por ser la voz de lo que callé o no supe cómo decir tantas veces.
  • Gracias ansiedad, por enseñarme que el miedo aparecerá solo para indicarme cuando me esté alejando de mi esencia.
  • Gracias dolor, por ser eterno maestro.
  • Gracias desilusión, por ayudarme a abrazar la realidad imperfecta del mundo y de las personas.
  • Gracias poesía, por ser inspiración y refugio de mi soledad.
  • Gracias sueños, por ser el motor y la razón por la que sigo creyendo en imposibles.
  • Gracias tiempo, porque tienes la respuesta a todas las preguntas y eres mi depósito de fe y confianza.

Gracias pasado, presente y futuro por lo que fue, lo que es y será.

Chau yo, Hola yo

Decir adiós es una constante en la vida. Decimos adiós a relaciones, amistades, lugares, etapas pero cuando lo hacemos también estamos dejando atrás a una parte de lo que fuimos. Cada vez que decidimos avanzar, estamos cambiando una parte de nosotros, ya nunca más seremos los mismos. Es, en este proceso permanente en el cual debemos confiar y abrazar a nuestra nueva versión y agradecer a aquello que nos identificó una vez.

Por esto, no temas en despedir y darle la bienvenida a ti y tus miedos y sueños, tus esperanzas y desilusiones, tus alegrías y tristezas.

Adiós inseguridades, creencias limitantes y prejuicios.

Adiós dolores, baja autoestima y quejas.

Adiós materialismo, falta de horizontes y confianza.

Adiós relaciones cobardes, tóxicas y dependencias emocionales.

Adiós escasez de amor propio, miedo a arriesgarme y volar.

Adiós reproches y necesidad de aprobación.

Hola a mis sueños, mi esencia y mi propósito.

Hola verdad, dolor que enseña y ganas de creer.

Hola presente, naturaleza y simpleza cotidiana.

Hola vínculos sanos, incondicionales y reales.

Hola aceptación de mi cuerpo, equilibrio y nutrición positiva.

Hola autenticidad, transparencia y orgullo.

Hola valentía, compasión y cuidado de mi paz.

Hola a mí. Me doy la bienvenida a esto que decido ser hoy, aceptando que todo lo que fui y me pasó fue parte de este viaje a mi interior que hace tiempo comencé y cuando mañana te levantes, mírate al espejo y renueva tu contrato contigo: di adiós a lo que ya no quieres y, al hacerlo, estarás recibiendo a un nuevo tú cuyo único objetivo en esta vida es el de ser feliz preservando la coherencia de amarte siempre, hacer lo que amas y cuidar lo que eres.

Gracias a mí

Estas son unas palabras de agradecimiento para esa persona que creyó siempre en mí y que jamás dejó que renuncie a mis sueños. Esa persona soy yo.

Gracias a mí por dar el salto hacia la incertidumbre y lo desconocido porque no hay peor incomodidad que quedarse inmóvil y sin escuchar los mandatos del corazón.

Gracias a mí por las lágrimas, las caídas, los errores y las malas decisiones porque todo lo sucedido me llevó a aprender y encontrar la fuerza que tenía dentro.

Gracias a mí por mantener intacta la llama que enciende los sueños de la niñez, esos son los que traen la verdadera felicidad y que empujan a seguir creyendo en las posibilidades de tocar el cielo con las propias manos.

Gracias a mí por las charlas con amigos y los momentos de soledad porque gracias a ellos comprendí que conocer otros universos y el propio te hace crecer y evolucionar constantemente.

Gracias a mí por los abrazos y las palabras de aliento en las crisis porque sabía que todo era parte del proceso para sanar heridas y dejar atrás lo que contaminaba mi paz.

Gracias a mí por los regalos y el disfrute que viene en formas de viajes, música a todo volumen, besos, bailes y lectura y buenas comidas porque las mejores caricias están a nuestro alcance.

Gracias a mí por aprender a cuidar de mi cuerpo y nutrirlo por dentro y por fuera con los mejores ingredientes emocionales y recetas hechas con mucho amor propio.

Gracias a mí por no cambiar mi esencia para ser parte de algo porque la primera lealtad es hacia uno mismo y defender la autenticidad a través del tiempo es la bandera del amor propio.

Gracias a mí por la rebeldía, las ganas de transformar mi mundo y el de los demás porque sólo aquellos que se atreven a salir del camino reciben las recompensas más grandes.

Gracias por a mí por dejar ir a las personas que quisieron hacerlo y por valorar a las que estuvieron cuando el sol no brillaba como debía hacerlo.

Gracias a mí por enfrentar los miedos y darles la mano y no pensarlos como monstruos sino como cómplices para desafiarme y superarme día a día.

Gracias a mí por la paciencia, el amor y la valentía y cuando quiera encontrar el equilibrio sólo debo de mirar dentro y darme cuenta que soy la razón y el motor de mi propia felicidad.

Gracias a mí por comprender que la vida es hoy y que de todo lo que me sucede siempre podré sacar lo mejor para ser mejor que ayer.

«Serteza»

Sí, el título de este post es ese y está bien escrito porque no hay certeza más grande que la de ser sin importar el tiempo, el lugar y un con quién.

 Con frecuencia me pregunto cómo hacen los que no saben ser ellos mismos sin los demás, sin que el alrededor los defina. Cómo hacen para no vaciarse hasta quedarse con todo y sin nada, solamente con la seguridad de los sueños y la verdadera razón de su existencia. Si te pidiera despojarte de quién eres, ¿ qué harías o con qué te quedarías? Para la consciencia somos pasado, presente y futuro, lo material es lujo mundano porque hacia donde vamos no existe el crecimiento personal sin riqueza espiritual, la única que importa. 

Yo me quedo con un lápiz, un monitor o un papel. Yo me quedo con la palabra renovada que me interpela porque ya estoy llena de memorias que no son completamente mías ni dolores que elegí transitar. Me quedo con los que motivan a desnudarme para mirarme donde cambiar y vestirme de nuevas ideas y experiencias para crecer. 

Tener la certeza de ser es contemplar los errores hasta amarlos porque el secreto del amor propio es hacerlo es con todo lo que traemos sin excusas, con nuestros monstruos y abismos más oscuros para desterrarlos o abrazarlos hasta mirarlos con compasión. 

Ser uno mismo es tener la valentía de celebrarnos los silencios y las fiestas, gozar los placeres cotidianos sin culpa y arrojarnos a la meditación y comunión con el cuerpo y la mente. Ser uno mismo es acallar la voz de lo impuesto, transgredir las propias verdades sin temor y emancipar la rebeldía de las emociones. 

¿Quién eres cuando amas? ¿Amas ser con el otro o el que eres con el otro?

¿Eres cambio y movimiento? ¿Eres confort y predictibilidad? ¿Eres caos y revolución? 

Eres y somos un poco de todo eso. Somos complejidades que buscan el equilibrio pero algunos lo buscan equivocadamente fuera porque no saben que somos la pregunta pero también somos la respuesta. Somos la luz y la oscuridad, el desierto y el mar, la vida y la muerte. 

Quién seas hoy ya no lo serás mañana pero cada vez que el sol te acaricie, recoge tus sueños -esos que hablan por ti- respira agradecimiento por estar aún aquí y defiende tus dudas, pasiones y miedos con tanta fuerza que nadie se atreva a juzgarlos porque el único lugar real y seguro del mundo es ser tú mismo.

Usted

Para F.

Hay personas que nos tocan el alma una vez y que nos muestran lo mejor y a veces lo peor de nuestro mundo interno. Esto va dedicado para usted, quien está leyendo estas líneas.

Usted sabe poner a prueba mis bajos instintos y modificar mis viejas creencias porque me enseñó a ver otras realidades y comprender que hay verdades que nacen de acuerdo a los dolores propios.

Usted me llevó a experimentar nuevas emociones y sensaciones que estaban dormidas y, si lo logró, es porque usted tiene algo diferente al resto que lo convierte en una persona especial y hechicera de corazones norteños.

Usted me hizo soñar de nuevo sin querer queriendo porque en su cadencia tibetana y su sinceridad pude ver la cara de la honestidad en medio de tanta hipocresía que el mundo nos ofrece.

Usted pudo ver más allá de mi esencia de niña y la tomó de la mano para hacerla jugar, divertirse y hasta hacerla enojar en medio de sonrisas.

Usted me mostró un poco de filosofía y de incredulidad para poder defenderme mejor en el reino del conocimiento y también en la calle.

Usted me trató como un caballero y príncipe germánico, con una sutileza y delicadeza tal que me hacían sentir un poco protagonista de esos cuentos que me arroparon en mi infancia.

Usted hizo que su voz se convirtiera en notas musicales que me hipnotizaron al ritmo de la tentación y el deseo.

Usted me buscó, me encontró y me desnudó sin ponerme un dedo encima pero con las manos llenas de confianza y belleza, porque como dice Platón, la verdad es sinónimo de belleza.

Usted es más que un pronombre en español, es el nombre de la perfecta imperfección que deseaba hallar hace tiempo, incluso mucho antes de que existiera.

Por esto y muchas otras razones, lo invito a que me vuelva a mirar y pueda ver todo lo bueno que aportó a mis días y multiplicarlo por cientos más porque desde que nacemos, la vida es una constante de errores y aprendizajes que nos conducen a esa mejor versión de cada uno. Sin esas equivocaciones, la belleza interior y valores como la prudencia, la paz y la empatía no logran crecer y florecer.

¿Cuántas oportunidades nos hemos concedido a nosotros mismos?

En el medio de este torbellino de pasiones bajo mi nombre, ojalá cuente con esa primera oportunidad para demostrarle que ningún mar tranquilo hizo experto a un marinero y aquí estoy yo, queriendo ser capitana junto a usted para aprender a bucear y acompañarle en las profundidades de la vida y contra todos los peligros que se crucen, incluso mis propios monstruos. Prometo cuidarlo sin dejar de cuidarme y regalarle palabras dulces por las noches para acariciar su imaginación y momentos alegres como usted ya sabe y, por sobre todas las cosas, alimentar su calma y la mía porque he venido haciendo el mejor esfuerzo para instalarla a cada instante.

La razón necesita del corazón para saber donde empaparse de aventura y la emoción requiere de la razón para encontrar la serenidad y es en ese baile de ellos dos donde la felicidad del amor se transforma en la mejor canción.

Te miro, te siento, te escucho

Hace dos meses mi cuerpo y mi mente dijeron «BASTA». Basta de presiones autoimpuestas, del piloto automático, de falta de disfrute, en pocas palabras, de no escucharme más. Fue el grito más ensordecedor que jamás había oído y que me obligó a conocer el silencio de una vida rota hace años.

En el medio de esa nada no queda más opción que vernos, y cuando digo ver me refiero a mirarnos, observarnos y, al hacerlo, pueden salir emociones no deseadas, palabras crueles hacia nosotros y sin ni siquiera un destello de compasión porque el espejo nos devuelve una realidad que no queremos aceptar. Sin embargo, la paradoja perfecta consiste en abrazar ese desastre que somos para poder hallar un amor honesto y así firmar una tregua con nosotros mismos para reconstruirnos sin prisa y sin condiciones pero siempre desde una mirada genuina y humana.

Y como toda tormenta que atravesamos, la calma siempre llega en algún momento pero también en medio de esa calma vemos todo lo que la tormenta dejó. Vientos huracanados, lluvia incontenible a veces y mucho ruido en el medio, sobre todo esto. La ciudad que soportó todo esto fue mi cuerpo y ahora empieza el momento de levantar los destrozos y limpiar todo alrededor. Hay cimientos que cayeron pero agradezco que haya sucedido así porque se cayó todo lo que era débil o que no estaba firme y hay que revisar los motivos de esa fragilidad en las estructuras. ¿Se puede vivir décadas con cimientos torcidos de nacimiento o sin revestir? La raíz de un árbol es la parte más importante porque sostiene una vida; quizás no sea la más bonita o hasta sea invisible a los ojos pero es el tronco por donde corren ríos de agua y luz que permiten a las hojas crecer sanas y renovarse con las estaciones.

Es momento de sanar mis raíces o quedarme con las más fuertes y, aunque sean pocas, si son resistentes y flexibles estarán listas para ser embestidas por cualquier tipo de tormenta. ¿ Cómo limpiamos y fortalecemos esas raíces? Brindándonos amor diariamente, esperando ningún momento ni a nadie para estar bien sino simplemente decretándolo. En la cotidianidad encontramos ratos que pueden estar llenos de cierta magia, hay que cambiar la mirada y sentirse objeto de amor y valoración pero a los ojos propios, no ajenos. Si hoy fuese el último día de tu vida, ¿realmente crees que puedas y quieras regalarte un pequeño rato de conexión con tu ser más íntimo?

El miedo a vivir es la ausencia de amor, amor hacia uno principalmente y amor hacia todo lo que nos rodea. Es cierto que a veces la vida nos golpea sin haberlo esperado pero en cada golpe el hierro se forja, las formas se aclaran y se hacen más nítidas y reinventamos el significado de sanarnos. Para mí sanar consiste en ser fiel a mi esencia, a mis sueños de niña, sueños puros que son la brújula para enfrentar cualquier desilusión que el mundo pueda darme. Un sueño por cumplir es el aire detrás de cada inhalación y el motor que pone en engranaje al corazón y al sentido de la existencia.

Yo tengo varios sueños por los que quiero limpiar este lugar donde ocurrió la catástrofe para volver a brillar y ser más sabia ante cualquier evento de la naturaleza y, si alguna vez me encuentra sin armas para pelear, prefiero luchar siendo yo misma antes que traicionarme para complacer al resto porque, si hay un amor que merece lealtad eterna, ese es el amor propio.

Libertad

En estos días de confinamiento esta palabra ha perdido fuerza para muchos por obvias razones pero en mí ha tomado otros significados.

En el sentido general de la palabra, la libertad es la capacidad de las personas para decidir por su propia voluntad, lo cual es innegable pero hoy decidí sumar un poco más a esta definición. Es la capacidad de ser feliz por propia voluntad.

Me he dado cuenta en esta cuarentena que los límites a mi libertad me los ponía yo y en esa autolimitación no lograba encontrar la felicidad plena. Después de la toma de conciencia de que somos responsables únicos de nuestra libertad vienen los éxitos y la confirmación de dicha verdad. Ese eje que nos mantiene a flote en momentos difíciles como éste no es más que el equilibrio entre ser, hacer y decir y lo he estado cultivando y engranando poniendo mis necesidades y mis sueños primero en la lista. Puede parecer algo simple y de sentido común pero a veces hay que tener el valor de decidir que «no» a todo lo que antes solíamos decir que sí.

Al conectar con los deseos más profundos y esos sueños puros de infancia nos topamos con la esencia más pura que aún no está contaminada por el pesimismo adulto. Es esa sensación de que la magia existe si lo creemos y que tarde o temprano nos convertiremos en eso que dibujamos en nuestra imaginación. Cada paso que damos debe ser coherente con esa voz interior que es el cimiento de la torre y la encargada de soportar el resultado de los caminos que tomamos.

La verdadera libertad no está en la posibilidad de salir fuera de casa o viajar lejos porque no hay prisión más cruel que la que nos construimos por creencias falsas propias o el negativismo ajeno. Actúa conforme a tu corazón y no hagas prejuzgamientos. Lo que es verdad para ti no lo será para otro. Tu historia se narra una única vez y se reescribe diariamente por tus decisiones.

Sé libre con o sin paredes alrededor, con o sin pasajeros a la par y así serás capaz de cambiar el concepto de libertad cada vez que la vida o el mundo cambie. Ser libre es amarte.

Sansón

La mayoría conoce la historia de Sansón, personaje bíblico cuya extraordinaria fuerza provenía de su cabello, el cual, una vez cortado, lo condujo al ostracismo de la debilidad.  Hace un poco tiempo atrás me sentí como él. Creía que mi fuerza respondía a factores externos y mi equilibrio natural sería el resultado de un cúmulo de energías que llegaban sin planearlo.

Sin embargo, las paradojas de la vida lo hicieron de nuevo: volví a despertar. Creo que todos en algún punto de nuestra existencia nos quedamos dormidos. Nos perdemos en el camino de la desesperanza, la rutina y el pesimismo. A veces permanecemos más de la cuenta y los días se convierten en noches y la oscuridad se torna hermosa y cómoda. De pronto y , luego de un hastío diario del alma, la fuerza reaparece como un pájaro herido que dejó de volar porque sentía miedo de lastimarse otra vez.

La fuerza nace, crece, cambia y se potencia en el corazón. Recordar quién eres, qué amas, cuáles son tus miedos es lo que conecta la esencia con la vitalidad y el amor a la vida. Ser es confiar. Ser uno mismo es creer que sí. Ser uno mismo es volar en libertad y dejar asomar los sueños a la realidad.

La fuerza del espíritu se alimenta de primeros pasos, no de miedos. Destruye prejuicios y reinventa las verdades. Es una energía tan poderosa que hace vibrar otras almas porque contagia valentía. Quien se busca y se encuentra contará con el don de ver lo que el corazón ve, de sentir cada segundo en cada latido, de aprender del cielo y de la tierra.

La fuerza del corazón es una extensión de nuestra esencia. Volvamos a la fuente, a aquello que nos emociona, que nos deja cicatrices de alegrías y música en el aire. Y así como un día Sansón recuperó su pelo y se unió nuevamente a la vida y a Dios, escuchar nuestra brújula interna cada mañana nos enseñará a abrazar la verdadera y única historia correcta: la propia.

 

 

Mantras a mi niña

Hola mi niña hermosa. No temas. No te escondas ni te calles. Yo sí te puedo escuchar y sí comprendo lo que sientes. El mundo no es lo que tú crees, es incluso aún más cruel e insensible pero aquí estoy yo para contarte acerca de eso y para sacarte ese pesar en tus hombros.

Sé qué por mucho tiempo te has preguntado el por qué de varias situaciones que te han causado  dolor y desesperanza. Es que tu alma está tallada a base de esa sensibilidad propia de la infancia, llena de ilusiones y sueños que ni el brujo más malvado puede aquietar. Ese escudo que construiste con tus historias te cuidará durante largos años pero un día tendrás que sacarte la venda y exponer tu vulnerabilidad de la manera más estoica posible.

No encuentres en estas palabras pesimismo o desolación sino lo contrario. Vine a dejarte un mensaje para que abraces hasta que crezcas y no lo sueltes. Ahora cierra los ojos y siente:

Cuando nadie escuche tus buenas noticias, yo sí estaré ahí y en el futuro serás la encargada de darlas tú a quiénes más las necesiten.

Cuando esperes demasiado esa muestra de atención que no llega, en realidad la vida te estará regalando una enseñanza: le dedicarás tú el tiempo que deseas a las personas que te valoren de verdad y así podrás crear lazos auténticos y especiales.

Cuando la soledad te agobie y no la comprendas, déjame decirte que te empezarás a convertir en una guerrera rebelde y justiciera y, en un futuro, lograrás acompañar a muchas más personas a través del tiempo y la distancia.  Estarás tan llena de amor que no habrá rincón de tu mundo que se olvide de ti.

Cuando la crueldad humana te ponga a prueba la confianza, por favor, recuerda que habrá aquellos que luego te sanarán esas heridas y te reciclarán la fe.

Cuando creas que no habrá hombre que luchará por ganar tu corazón de princesa, te equivocas. Te cruzarás caballeros que te deslumbrarán y te devolverán un poco de esa magia que te alimentó tus noches. Y, al final, hallarás al indicado pero antes sigue ocupándote de amarte y cuidarte.

Y cuando pienses que tus sueños son inalcanzables, aprieta los puños, frunce el ceño y repite en silencio: «vine al mundo a ser feliz y a cumplir lo que me pide el corazón. Nada ni nadie se opondrá en mi camino hacia la felicidad. Estoy segura, lo lograré.»

Tu voz llegará hasta donde tú quieras y eso que parecía imposible sucederá. Eres y seguirás siendo esa niña de mirada transparente que hoy descubrió que su aparente fragilidad era el puente para alcanzar lo que el universo le ha prometido.